La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) ha impactado a nuestra sociedad en numerosos aspectos. Hasta el momento (noviembre 2022) se han confirmado alrededor de 640 millones de infecciones por SARS-CoV-2 en el mundo. Se sabe que esta enfermedad tiene afección principal a nivel cardiopulmonar, sin embargo, afecta casi todos los órganos y sistemas del cuerpo, entre ellos, la piel. El síndrome post-COVID-19 se presenta en algunos pacientes dejando secuelas significativas que impactan su calidad de vida. Entre las secuelas más comunes se encuentran: tos, disnea, fatiga crónica, hiposmia y disosmia. Además de estas se han presentado otras secuelas no relacionadas con el síndrome respiratorio, como la caída de pelo, que se ha observado en alrededor del 20% de los pacientes post-COVID-19, esto podría ser atribuible al efluvio telógeno (ET) agudo. Hasta la fecha, no se ha realizado ningún estudio para determinar la relación del ET en quienes han tenido COVID-19. El ET agudo se define como una pérdida de pelo difusa, no cicatrizal, generalmente autolimitada, con una duración de alrededor de 6 meses. Dentro de su etiología, se han descrito la enfermedad febril severa sistémica, el embarazo, las dietas restrictivas, el estrés severo y diversos fármacos. Afecta gravemente la calidad de vida de los pacientes y, a menudo, se asocia con pérdida de confianza y baja autoestima.